Debo confesar que hace algunos años, cuando empecé a atender las inspecciones y auditorias de clientes y autoridades en una empresa de manufactura de la que era líder de Recursos Humanos, no entendía la utilidad práctica, ni el valor agregado de dicha actividad para mi o para la empresa. Sentía que era un proceso burocrático y sin sentido en el que alguien que no conocía nada de la operación de mi empresa se tomaba el atrevimiento de calificarla, por lo que mi actitud a ese respecto era a la defensiva.
Más allá de eso, tenía dos formas de administrar las actividades de Recursos Humanos, Seguridad y Medio Ambiente de la planta, el sistema que yo creía que necesitábamos y el sistema que cumplía con los requisitos de la normatividad. En términos prácticos, trabajaba doble.
Conforme fue pasando el tiempo y me adentré en el reglamento laboral y sus más de 30 normas y en los sistemas ISO 9001, 14001, 18001 y 22001, y participé activamente en su implementación además de ser entrenado como auditor interno, fue que la perspectiva con la que entendía esa actividad cambió.
Creo que para llamarlo de manera muy específica entendí ¿Cual era el espíritu de la normatividad?, y en todos los casos me di cuenta que estaba diseñada para de una u otra forma hacer que los ambientes laborales en términos de calidad, seguridad, medio ambiente o inocuidad fueran mas seguros para TODAS las personas. Lo cual es un objetivo muy trascendente y loable.
Para sensibilizarme mejor a este respecto hoy y en aquel entonces, el recorrer cada día las plantas y oficinas de los diversos centros de trabajo de la empresa es fundamental, en aquellas plantas y en todas las organizaciones que visitamos actualmente en México y América Latina para realizar una intervención de consultoría, es posible notar que cada día las personas que trabajan en pequeñas, medianas o grandes empresas, nacionales o internacionales, familiares o institucionales se exponen a una enorme gama de riesgos de diferente naturaleza que pueden afectar su integridad personal en primera instancia, pero que además puede poner en riesgo la continuidad de la empresa.
Una fuga de químicos, un derrame de aceite, un error en una rutina de mantenimiento, o una equivocación operacional, un caso de acoso sexual, o el exceso de trabajo, comprometen siempre en alguna instancia el bienestar de una o muchas personas, ya sea en manufactura, comercialización o servicios, en una industria de alimentos, automotriz, farmacéutica, textil u otras, todas las empresas y sus clientes pueden verse afectadas.
¿Cómo podemos entonces disminuir estos riesgos?
Podría pensarse que un grupo inteligente de personas con mucha experiencia y altamente preparadas, puede trabajar en pensar en todos esos riesgos y pensando en el mejor de los casos, que así sea, debemos entender que no les dará tiempo para entender y prever todos los escenario reuniéndose en una sala de juntas antes de que algo suceda, es una carrera contra el tiempo.
Las normas ISO, por décadas han sido una mejor práctica global que ha ido evolucionando con el tiempo en cada versión, las personas que nos hemos relacionado con ellas por mucho tiempo podemos notar que el enfoque preventivo ha madurado y ha tomado una forma sólida en los análisis de riesgos.
Pero las normas ISO no son pioneras en ese enfoque, la normatividad de la STPS en México y de los ministerios del trabajo en países como Argentina, Ecuador y Chile, a este respecto llevan décadas de ventaja analizando en comités formados por personas altamente especializadas diversos escenarios que pueden afectar a una o diversos grupos de personas, aprovechando por supuesto la experiencia acumulada en las diversas materias en otras latitudes como Estados Unidos y Europa.
Indudablemente no hay normatividad perfecta, y más cuando desde mi punto de vista la dinámica laboral evoluciona mucho más rápido que cualquier legislación en cualquier país del mundo, pero en todos los sentidos es mejor tener un marco de referencia imperfecto a no tener ninguno como punto de partida.
En ese sentido, y recuperando mi aprendizaje respecto al “espíritu preventivo” de las normas, creo que cuando enfrentamos la aplicación de una nueva legislación conviene a las áreas responsables (Recursos Humanos en el caso de la NOM-035-STPS-2018), mostrar mayor apertura a los beneficios de un ejercicio preventivo bien hecho en el que podemos anticipar algunos riesgos futuros para las personas y para le empresa.
Además nos permite despersonalizar las iniciativas de mejora, ya que no usamos el criterio individual de alguien para resolver un problema, sino un marco objetivo que evita perder tiempo y energía en defender posturas que tiene como base el ego.
Desde mi perspectiva la NOM-035 es un buen ejemplo de una norma que se puede utilizar para fortalecer muchas prácticas de Recursos Humanos, ya que nos permite poner en la mesa de forma mas natural temas como el estilo de liderazgo, la capacitación y las encuestas de clima laboral, que en muchas empresas son difíciles de aterrizar.
Los Gerentes de Recursos Humanos tienen dos opciones, jugar a favor o en contra de la norma, pero en los dos escenarios la tendrán que cumplir, por lo que mi sugerencia para no trabajar doble es entenderla a fin de mejorar las condiciones de trabajo del activo más importante de la organización: las personas.
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